VIII. Filosofía para gobernar El Salvador Por períodos no mayores
( ni menores ) de trece años

[ Pensamiento del general Maximiliano Hernández Martínez, Maestro Teósofo y Presidente de la República -- de 1932 a 1944--. Q.D.E.S.G.L.T.]

"
 Es bueno que los niños anden descalzos. Así reciben mejores los efluvios benéficos del planeta, las vibraciones de la tierra. Las plantas y los animales no usan zapatos."

(Ante un ofrecimiento hecho por Mr. Winall A. Dalton, en nombre de la colonia norteamericana residente en El Salvador, de regalar sandalias de hule a los niños descalzos de las escuelas públicas.)

" Los biólogos sólo han descubiertos cinco sentidos. Pero en realidad existen diez. Hambre, sed, procreación, micción y movimiento intestinal, son los sentidos no incluidos en la lista de los biólogos."

" Por qué sonrié consigo mismo un hombre cuando camina por la calle?
Porque el espíritu domina a la materia."

" Es un crimen más grande matar a una hormiga que a un hombre, porque el hombre al morir se reencarna, mientras la hormiga muere definitivamente."

" Si se calienta el agua resulta vapor. ¿Cómo sería entonces el supervapor? Aunque no lo conocemos, en realidad existe."

" Las bajas formas de democracia hacen énfasis en los derechos; las altas formas sobre los deberes."

" La democracia es amor."

( De sus conferencias semanales sobre temas teosóficos, dictadas desde el Paraninfo de la Universidad Nacional y transmitidas por cadena radial a todo el país. Citas de William Krehm.)

" Yo soy Dios en El Salvador."

( Respuesta al Arzobispo de San Salvador cuando éste le pidió en nombre de Dios el cese de las ejecuciones de los revolucionarios de abril de 1944.)

" En ocación de haberse desatado un brote epidémico de viruela en El Salvador, el General Maximiliano Hernández Martínez se negó en absoluto a poner en práctica las medidas antiepidémicas modernas o aceptar la ayuda de los organismos internacionales de salud. Simplemente mandó a forrar en papel celofán de colores los faroles del alumbrado público, aduciendo que los rayos de la luz así matizados bastarían para purificar el ambiente, mantando a las bacterias de la peste."

" El hijo del General Martínez, el menor, el más querido, enfermó de apendicitis. El General se negó a ponerlo en manos de un médico-cirujano y comenzó a tratarlo personalmente con las 'Aguas Azules' ( que eran aguas naturales puestas a asolear en grandes botellas de colores en el patio de la Casa Presidencial ). El proceso de la apendicitis se profundizó, vino la peritonitis y el niño murió entre espantosos dolores. El General Martínez dijo únicamente que había que resignarse, que si ' los medicos invisibles' no habían querido salvar a su hijo, no había por qué interponerse en los inextricables designios de la naturaleza."

( Las Historias Prohibidas del Pulgacito )